domingo, 26 de abril de 2009

EL SABER - GNOSEOLOGÍA

TEMA 1
Gnoseología: la verdad
ESTÁNDAR DEL TEMA:
Comprender cómo se pueden abordar filosóficamente preguntas relativas al concepto de conocimiento mediante los distintos modos de pensar el problema de la verdad.
En esta unidad te encontrarás una reflexión acerca de cómo se puede clasificar y ordenar nuestro conocimiento, así como la razón por la cual la sabiduría fue el ideal de conocimiento que se buscaba en la idea antigua de filosofía. También, a propósito del saber, encontrarás las teorías más conocidas que giran en torno a la pregunta por la verdad, así como los problemas que implican tales explicaciones de la verdad. Por último, veremos que la verdad puede indagarse en espacios diferentes a aquellos en los que habitualmente se la ha buscado con la ciencia y la razón.





Formas del saber





El filósofo Aristóteles nos ha legado una clasificación de los saberes que refleja la forma de pensar sobre el saber en la Grecia antigua. Como veremos, algunas de estas distincio­nes entre los modos de conocer aún conservan vigencia.
El saber cotidiano
Si observamos lo que hacemos a lo largo del día podemos ver cuánto hemos aprendido desde pequeños, como aquellas cosas que quedaron registradas desde entonces y que ahora nos parecen "normales". No hay nada que nos debamos cuestionar antes de ejecutarlas porque las hacemos todos los días, y parecen estar bien hechas. Aún ahora aprendemos cosas nuevas que pronto convertimos en un hábito automático. Por ejemplo, cuando encende­mos el televisor no es necesario revisar el manual de ins­trucciones antes de hacerlo. Pero no sólo sabemos hacer cosas, también sabemos sobre muchos temas que no implican acción alguna: sabemos si hace frío o calor, que somos estudiantes, o que nos gusta alguien. Todo eso que conocemos lo consideramos como verdadero y seguro. Esto es un saber cotidiano.


El saber productivo





Hay saberes que se dirigen a la producción de una obra específica. Por ejemplo, el conocimiento de un chef de cocina cuya obra puede ser un delicioso postre. Este tipo de saberes tienen también su origen en la experiencia, pero implican un grado mayor de complejidad en la observación y elaboración respecto de lo que sabemos de ella.
En ese ámbito productivo hay quienes conocen su oficio por experiencia y hay otros que estudian los principios generales que llevan a la producción. Por ejemplo, sabe­mos que, en algunos casos, un curandero puede tener éxito en hacer que una persona sane. Es alguien que puede, eventualmente, producir una obra, en este caso, la salud.





El saber con conocimiento





Sin embargo, el hecho de poder hacer las cosas no signi­fica saber hacerlas cosas. Pues saber hacer las cosas impli­ca ser consciente de las causas que llevan a que una cosa sea como es y no de otra manera. El curandero puede decir que la miel con naranja puede curar la tos porque ha visto que a muchos les ha funcionado. Sin embargo, no sabe por qué funciona. El médico, en cambio, tiene conocimiento de los órganos, de cómo cada uno reac­ciona a diferentes sustancias y mezclas.
La diferencia entre el saber cotidiano y el saber producti­vo no radica solamente en la producción, ni en el produc­to en sí, sino en el saber producir, que no es una simple habilidad sino un proceder con conocimiento de causa. Conocer las razones por las cuales las cosas son como son hace posible tener un saber más universal.
Aunque, en la medida en que se trata de conocimientos basados en la observación y en la experimentación, el médico no nos puede dar garantías absolutas, pero puede dar razones mejor ponderadas que las del curan­dero. Adicionalmente, en la medida en que se trabaja con principios que la experiencia va poniendo a prue­ba, el saber productivo se puede enseñar y perfeccionar.
A este tipo de saber con conocimiento de causa le llama­ron tecné, palabra que si bien en nuestros días ha adqui­rido connotaciones diferentes, aún en algunos contextos mantiene su sentido original.









El saber vivir





Este saber tiene que ver con las actitudes de la vida pro­pia del hombre: la prudencia. Esta persona parece que hace las cosas bien en general; es alguien que sabe estar bien en su vida. La prudencia alude al obrar mismo del hombre, no es un conocimiento dirigido a producir una obra particular o a conseguir un fin. La prudencia impli­ca tener buen juicio, una justa medida para las cosas, y obrar oportunamente. Esto es algo que todos los hom­bres buscamos, y con lo cual casi siempre estamos insa­tisfechos, ya que nuestra naturaleza parece ser impredecible y difícil de comprender.
Esta incertidumbre puede llevarnos a creer que un saber de tal tipo no es posible. He aquí entonces una dificul­tad filosófica, pues, por un lado, ningún saber parece más necesario que este, pero, por el otro lado, ¿de qué modo es posible establecer un criterio con el cual decidir acerca de lo apropiado y oportuno de nuestros actos? A la rama de la filosofía que se ocupa de esta la llamamos filosofía práctica.





El saber teórico





La palabra theorein también era entendida por Ios griegos como levantarse del suelo y contemplar desde lo alto. Ver desde arriba permite tener una visión completa de las cosas y de sus relaciones entre sí, tal como sucede al contemplar los elementos de un paisaje desde la cima de una montaña.
Hacer una teoría es "elevarse" desde lo diverso de la experiencia particular hasta lograr una unidad abstracta. El teórico es un saber que se fundamenta en la visión inteligible o racional de la realidad.

La prudencia implica tener buen juicio, una justa medida para las cosas, y obrar oportunamente. Esto es algo que todos los hombres buscamos, y con lo cual casi siempre estamos insatisfechos.










Hay muchas maneras de interpretar el saber vivir. Por ejemplo, estos monjes consagran su vida entera a inverstigarlo.






De manera semejante, es como cuando estamos en una región que no conocemos. No podemos saber en dónde estamos, ni cómo desplazarnos. Pero cuando tenemos un mapa del lugar, no sólo vemos dónde estamos, sino la posición que ocupan los otros lugares con relación al nuestro.
El mapa es una representación conceptual, teórica, del territorio en donde nos hallamos. Esta visión teórica consiste en obtener una aprehensión general de la experiencia por medio de conceptos. En síntesis, un concepto es la abstracción de un conjunto de objetos definidos por unas características comunes. Por ejemplo el concepto de animal es la abstracción que nos permi­te determinar un grupo de seres de acuerdo con unas propiedades que los distinguen de los demás objetos: los no animales. Y aunque entre los animales haya diferencias importantes, reconocemos que todos se mueven por sí mismos reproducen, etc., y, en virtud de ello, recono­cemos que pertenecen a un mismo conjunto.





Paisaje de las monatañas de Silesia




LA SABIDURÍA COMO META DE LA FILOSOFÍA
Aristóteles decía que la sabiduría es la unión de la razón intuitiva con el conocimiento riguroso de las primeras causas y principios. Es decir el sabio es un hombre que reúne en sí mismo el saber teórico, y el saber vivir, de manera prudente y reflexiva. Es un hombre que no solo sabe qué es la bondad, sino que también la practica. La historia de la filosofía entre los griegos osciló entre perseguir un sentido altamente teórico, en el caso de Platón y Aristóteles, y otro predominantemente práctico, que se manifestó en una actitud de moderación y de prudencia, como lo planteaban las escuelas Helenísticas. Pero con esto, todos persiguieron el ideal del sabio
Alcanzar ese ideal, desde entonces y aún hoy, significa recorrer un arduo camino, ya que los seres humanos somos muy obstinados cuando se trata de aceptar cosas que nos causan dolor o que simplemente no nos gustan. Buscar la verdad no sólo trae satisfacción, a veces trae desagrado, sobre todo cuando es algo que nos imaginábamos de otra manera. Entonces, aquellos que eligieron buscar la verdad a pesar de lo que esto implicaba, se convirtieron en filósofos. Perseguir aquello que llamamos sabiduría se convirtió no sólo en su oficio, sino en un ideal de vida.





DOCUMENTO


De la Utilidad de la filosofía


Yo sé, Lucilio, que esto está claro para ti.- que nadie puede vivir felizmente, ni siquiera de manera soportable, sin el estudio de la sabiduría y que la vida feliz es el resultado de una sabidu­ría consumada; por lo demás, la vida se hace soportable al ini­ciarse en la sabiduría. Pero esto, que está claro para ti, debe robustecerse y enraizarse con una meditación diaria. Hay más esfuerzo en mantener una resolución plausible que en proponértela. Se debe perseverar y aumentar tu fortaleza con un trabajo asiduo, hasta que tu espíritu esté en buenas con­diciones porque tu voluntad es buena. La filosofía no es un arte para deslumbrar al vulgo ni un aparato para la ostenta­ción, no reside en las palabras, sino en los hechos. Y no se trata de pasar un día con algún deleite, de quitar el hastío al ocio; forma y desarrolla el alma, reglamenta la vida, dirige las acciones; demuestra lo que debe hacerse y no hacerse; se sien­ta al timón y dirige el curso de los que están a merced de las olas por entre los escollos: sin esta, nadie está seguro; cada hora suceden innumerables cosas que exigen una resolución que debe pedirse a ella.



Séneca, Cartas a Lucilio





ACTIVIDAD POR COMPETENCIAS





COMPETENCIAS INTERPRETATIVA Y ARGUMENTATIVA





Esta actividad pretende darme elementos para analizar el carácter práctico de la filosofía. También me servirá para conocer doctrinas que dedican su pensamiento a valorar la sabiduría.
1. Leo el texto de Séneca de la página 63.
2. Realizo un escrito sobre la manera como entiendo el carácter práctico que este filósofo le atribuye a la filo­sofía.
3. Para complementar mi reflexión investigo sobre la vida y doctrina de otros filósofos estoicos y epicúreos.





COMPETENCIA INTERPRETATIVA





Con este ejercicio aprenderé a utilizar de manera adecuada los términos de un texto.
5. Completo en mi portafolio el siguiente párrafo con las palabras del recuadro.
agradan descubre conocimientos
sentidos placer deseo vista intención proponemos utilidad

“Todos los hombre tienen naturalmente el _________________________ de saber. El __________________ que nos causan las percepciones de nuestros ____________________son una prueba de esta verdad. Nos _____________________ por sí mismas, independientemente de su______________________ sobre todo las de la vista. En efecto, no solo cuando tenemos________________________ de obrar, sino hasta cuando ningún objeto práctico nos ______________________ preferimos, no decirlo así, el conocimiento visible a todos los demás ______________________ que nos dan los demás________________________. Y la razón es que la _______________________ mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos, y nos _______________________ entre ellos gran número de diferencias”.








Galileo Galilei 1564- 1642
Si nos basamos en la teoría clásica de la verdad como correspondencia o adecuación entre el intelecto y la realidad, ¿cómo crees que hubiéramos juzgado las teorías heliocéntricas de Copérnico y Galileo si estableciéramos la realidad a partir del criterio exclusivo de lo que vemos?





LAS TEORIAS DE LA VERDAD





La verdad como correspondencia o adecuación
Este planteamiento tiene su origen en Aristóteles, para quien la verdad se da cuando hay una correspondencia entre un objeto y lo que el sujeto dice de él. El sujeto tiene una representación del objeto que tiene en frente de él, piensa algo sobre ese objeto. La verdad se dará cuando coincida la representación con lo que es ese obje­to en realidad. Santo Tomás, filósofo del siglo XIII, expre­sa esta misma idea con la siguiente frase: "Verdad es la adecuación entre el entendimiento y la cosa".
Por su parte, Ludwig Wittgenstein, filósofo del siglo XX, dice que la verdad es la correspondencia o adecuación entre los hechos y las proposiciones, ya que la proposi­ción es una estructura lingüística formal que expresa la rea­lidad. Recordemos que una proposición es una frase que tiene sentido y que puede ser verdadera o falsa. Sin embargo este planteamiento presenta algunos problemas, como verás a continuación

Problemas de la verdad como correspondencia. Si admitiéramos la teoría de Wittgenstein, surgirían muchos problemas al parecer sin solución, o al menos una no sencilla; ¿qué significa en este contexto adecuación, ajuste o correspondencia? ¿En qué grado se debe dar esta corres­pondencia para garantizar la verdad? Pero, por otro lado, al hablar de correspondencia debemos estar en condiciones de poder comparar nuestra idea del objeto con el objeto como tal. Sin embargo, "¿cómo saber cómo es el objeto en realidad? ¿Es posible que nosotros seamos algo distintos de nuestro lenguaje y de esa relación sujeto-objeto, en la cual estamos siempre del lado del sujeto, para comprobar cómo es ese objeto independientemente de la representación que tenemos de él?
Estas otras objeciones han propiciado la necesidad de pensar alternativas a la teoría de la verdad como correspondencia.
· La verdad como unificación de criterios. Si el criterio para establecer la verdad dependiese de conocer cómo es un objeto respecto de la realidad, siempre habría razones para dudar de esa verdad. Sin embargo, sabemos que, afirmar que algo es verdadero es lo mismo que decir que creemos que es verdadero.






El triunfo de la muerte, obra de Pieter Brueghel el Viejo (1562). Para muchos, lo único realmente verdadero es la muerte





Podríamos entonces decir que es verdad todo lo que creemos? No. No somos infalibles y sabemos que cree­mos cosas falsas y que hay cosas verdaderas que no sabemos. Sin embargo, cuando a nuestras creencias las hemos confrontado con criterios que para nosotros son confiables (como un experimento científico, una opinión de otra persona que consideramos autoriza­da, etc.), normalmente estamos dispuestos a llamarlas creencias verdaderas.
Por tal razón algunos filósofos han considerado que podemos distinguir una afirmación verdadera como una afirmación que satisface criterios que nosotros consideramos finales e irrevocables; por tanto, cuan­do juzgamos algo como verdadero no estamos dicien­do que es real, sino que satisface nuestros criterios para llamarlo así.
· La verdad como coherencia. Esta teoría de la verdad fue planteada por Hegel, quien dice que un conoci­miento nuevo es verdadero en la medida en que pueda ser insertado en el conjunto del conocimiento previo, es decir, en el sistema de conocimiento adqui­rido hasta entonces. Es decir, que para nosotros es posible aceptar algo como verdadero si podemos ubi­carlo dentro de las cosas que ya tenemos por verda­deras.
Este concepto de verdad se convierte en un criterio contextual, ya que nada es verdadero o falso por sí mismo, sólo adquiere valor y sentido de verdad cuan­do es posible agregarlo en nuestro contexto de cosas ya tenidas por ciertas. Cuando armoniza con el resto del sistema. Es el todo lo que es verdadero.
A primera vista esta teoría no provoca nuestra inme­diata adhesión, sin embargo, ¿crees que estarías dis­puesto a creer en un hecho físico que contradijera todo el sistema de conocimiento científico tal como lo conocemos

Ludwig Wittgenstein, dice que la verdades la correspondencia o adecuaciónentre los hechos y las proposiciones,ya que la proposición es una estructuralingüística formal que expresala realidad.
Teoría pragmatista de la verdad
Podemos pensar en la verdad como aquello que nos convie­ne creer en orden a obtener un fin determinado. En tal caso consideramos a la verdad no como algo fijo, sino como unas creencias que se van modificando de acuerdo con nuestras necesidades. Requerimos verdades para resolver problemas vitales y entonces el criterio de la verdad es la adecuación, pero no con la realidad, sino con la finalidad que nos pro­ponemos en un caso determinado. Como esta teoría de la verdad privilegia la adecuación para realizar una acción sobre otros criterios, se dice que esta teoría privilegia a la práctica, y por eso la teoría se llama pragmatista.
El coloso, obra de Francisco de Goya. El arte tiene la propiedad de reflejar aspectos de la realidad que son esenciales, pero que pasan desapercibidos; como, por ejemplo, la extraña soledad de este gigante sentado a la orilla del mundo.



El Coloso, obra de Francisco de Goya, El arte tiene la propiedad de reflejar aspectos de la realidad que son esenciales, pero que pasan desapercibidos; como, por ejemplo, la estraña soledad de este gigante sentado a la orilla del mundo.


La verdad como consenso
Esta teoría plantea una necesidad de diálogo para descubrir cooperativamente la verdad de las proposiciones. Esta investigación está posibilitada por las siguientes condiciones: no hacer trampas, no estar mediado por una presión externa a llegar a algo específico y la ausencia de condiciones. El propósito de la interlocución debe ser buscar la verdad. Los argumentos son piezas sumamente importantes que, por supuesto, son el producto de comprobaciones que vienen del criterio de verdad por correspondencia, o por el de coherencia, o utilidad. Así que esta teoría no es realmente un criterio, ya que existe la posibilidad de una equivocación de los interlocutores, o falta de información que no permita llegar más hondo en la búsqueda de esa verificación. La idea es generar un consenso en una comunidad suficientemente competente que logre establecer unas verdades.





La verdad más allá de la ciencia





Se suele citar de Antoine de Saint-Exupery la frase “Io esencial es invisible a los ojos". ¿Qué significa esta frase?' Se refiere a que hay algo que está en las cosas, que es lo más propio de cada cosa, que las hace ser lo que son y no otra, que no es descriptible con palabras, que parece inasible pero que es posible asir desde posibilidades del lenguaje diferentes a las habituales de la ciencia y la razón. Los mitos, la religión, la imaginación, las artes, son esos otros lenguajes que expresan, igual que la ciencia, una verdad comprendida por el hombre. Por ejemplo, cuando usamos la expresión "...ahí está pintado Fulanito", nos referimos a que ha sido reflejado lo más característico de alguien. Si nos preguntasen qué es eso tan esencial, sin lo cual ese Fulanito no podría ser, no podríamos responder. Estaríamos en graves aprietos pero si fuéramos pintores podríamos hacer un retrato en el que este Fulanito se ve exactamente como es él, aunque el dibujo de ninguna manera "se pareciera" físicamente al modelo. Es a partir de estas evanescentes formas de la verdad que algunos filósofos se han opuesto a considerar la verdad exclusivamente como se la entiende en la ciencia y a pensar en la verdad como un acontecimiento en el cual se desoculta la esencia de lo real, tal como sucede en los mitos, la poesía y el arte.
Podemos pensar en la verdad como aquello que nos conviene creer en orden a obtener un fin determinado




DOCUMENTO
Diálogo entre Sócrates y Protágoras

Sócrates: Protágoras afirma que la medida de todas las cosas es el hombre: de aquellas que son, por lo que son, y de aquellas que no son, por lo que no son, entendiendo por medida la norma del juicio y por cosas los hechos en general, así es que el sentido es este: que el hombre es la norma que juzga todos los hechos. Los que son por lo que son, los que no son por lo que no son. Y por esto admite sólo lo que parece a los individuos particulares, y en el modo introduce el principio de relatividad. Según él, por lo tanto, quien juzga las cosas es el hombre. En efecto, todo lo que aparece a los hombres también es; y lo que no aparece a ningún hombre tampoco es...





Protágoras: Yo afirmo, si, que la verdad es propiamente como he escrito: que cada uno es medida de las cosas que son y de las que no son; pero hay una diferencia infinita entre hombre y hombre, y justamente es por ello, que las cosas aparecen y son para uno en un modo y para otro en otro. Y estoy así lejos de negar que no haya sabiduría y hom­bres sabios; antes bien, llamo sabio a quien trasmutan­do aquello por lo que ciertas cosas parecen malas y lo son, consigue hacer que esas mismas cosas parezcan buenas y lo sean. Y tú no combatas mi razonamiento reteniéndote en las palabras, sino, trata mejor de entender lo que quiero decir, con cada vez más claridad.




Platón, Diálogos -Teeteto­





ACTIVIDADES POR COMPETENCIAS





COMPETENCIA INTERPRETATIVA




TRABAJO INDIVIDUAL





Con este ejercicio desarrollo mi habilidad para reconocer los argumentos de un texto.





1. Escribo cuáles son los argumentos que emplea Sócrates para refutar la tesis de Protágoras: "El hombre es la medida de todas las cosas".




TRABAJO GRUPAL





COMPETENCIA ARGUMENTATIVA
Este ejercicio me ayudará a pensar en el problema de la relati­vidad del conocimiento.





2. Realizo un debate en clase y discutimos las posibles con­secuencias que tiene la sentencia de Protágoras. Re­flexiono, por ejemplo, sobre la siguiente pregunta "Si todo es relativo, ¿puede haber verdadero conoci­miento?"
Recuerda que debes argumentar todas las ideas que expongas.





COMPETENCIA PROPOSITIVA





La lectura de esta historia me ofrecerá una manera diferente de pensar








3. Leo esta historia:
Un hombre recibe la visita de su vecino, que viene enfada­do por una discusión con otra vecina. El vecino le cuenta la historia y el hombre le dice: "tiene usted toda la razón".
Más tarde, la vecina llega igual de enfadada a contarle al hombre lo que le pasó con el vecino, y después de narrar los hechos, el hombre le responde: "tiene usted toda la razón ".
Cuando la vecina se fue, apareció la esposa del hombre, indignada por su actitud y le dijo: "¿cómo se te ocurre haberles dicho lo mismo a ambos?".
El hombre se queda pensando y le dice: "tienes toda la razón”.
• La posición que asume este hombre frente a la vida cotidiana y frente a los otros, ¿te parece indiferente, práctica o sabia?
Pienso y defiendo mi posición.









TALLER
DE PENSAMIENTO

En esta actividad realizaré un pequeño trabajo de investigación en el que me enfrentaré a la necesidad de interpretar la información que encuentro en la realidad. Por último, veré cómo en este ejercicio se hace manifiesto el conjunto de problemas que he trabajado a lo largo de esta unidad.

CONTEXTOS DE LA VERDAD





1. Preparación de la actividad.
Es necesario dividir el salón en, por lo menos, cua­tro grupos. Cada grupo entrevistará a un conjunto de personas de una edad determinada. Cada grupo deberá escoger un perfil de edades diferente: los pri­meros, niños; los segundos, adolescentes; los terce­ros, personas adultas; y los siguientes, personas de la tercera edad.
El cuestionario para todas las entrevistas ha de ser común.
La idea es indagar cómo se altera la visión de la rea­lidad con el paso del tiempo. Para diseñar el cuestio­nario debes tener en cuenta los factores que pueden ser más decisivos para revelar el modo de pensar de los entrevistados. Por ejemplo, las opiniones sobre la moral, la política, la religión, la belleza, el sexo, aquello que más admiran y que más desprecian. Deben formular preguntas que propicien el entu­siasmo del entrevistado y que le provoquen una reacción emocional de interés por el tema, pero deben también ser muy respetuosos de no ofender a nadie. Un aspecto muy importante del ejer­cicio es evitar conducir a los entrevis­tados a donde uno quiere llegar.
El número de personas por entrevis­tar depende de la decisión del grupo. En principio se puede esperar que estos sean de aproximadamente cinco personas para que haya la sufi­ciente variedad, pero se evite una excesiva dispersión.
Para registrar las respuestas es reco­mendable el uso de una grabadora. De otro modo, tomar notas puede ser suficiente





2. Interpretación de las entrevistas.
Es recomendable que haya clara conciencia de los aspectos específicos que se indagaron con el fin de poder distinguir diferencias y similitudes tanto de un personaje a otro, como de un grupo de personajes a otro, y así poder cruzar la información para extraer conclusiones interesantes. Por ejemplo, si se quiere contrastar la visión de la realidad de adultos frente a viejos, un aspecto que claramente puede señalarlo es la la opinión que estos grupos tienen sobre la religión. Por eso mismo es necesario tener claro de ante mano en qué puntos todos preguntarán por el mismo aspecto.
3. Explicación de las diferencias y de los acuerdos. En esta parte se trata de aclarar la razón por la cual la experiencia produce, o no, alteraciones en la comprensión de la realidad. Esto es la razón por la cual algunas verdades parecen alterarse con el tiempo y otras, en cambio, parecen conservarse.


La visión de la realidad cambia con el paso del tiempo

martes, 10 de marzo de 2009

ALUMNOS DE GRADO UNDÉCIMO A-B-C- Cafam Santa Lucía
Les estoy enviando el documento de FALACIAS, para que lo lean. Recuerden deben llevarlo a clase.
En los próximos días, estaré publicando las ACTIVIDADES A DESARROLLAR.
Universidad de Chile
Departamento de Pregrado
Cursos de Formación General
www.cfg.uchile.cl
Curso: “Modos de razonamiento: aprendiendo a argumentar y debatir”

“El amor es una falacia”
Max Schulman
(Traducción de Ana María Vicuña)
Documento de lectura personal


“EL AMOR ES UNA FALACIA”


NOTA INTRODUCTORIA

“El amor es una falacia” (Love is a Fallacy) es un relato de ficción tomado de la popular novela “Los muchos amores de Dobie Gillis” de Max Schulman.
La historia ofrece una encantadora, aunque extrema, ilustración de cómo los razonamientos falaces pueden afectar nuestra vida cotidiana y nos recuerda, también, las limitaciones del razonamiento lógico.
Escrita en los comienzos de la década del 50, puede percibirse en ella algunas resonancias del machismo típico de la época.

EL AMOR ES UNA FALACIA

Yo era frío y lógico. Agudo -calculador, perspicaz, certero y astuto- todo eso era yo. Mi cerebro era tan poderoso como dinamo, tan preciso como las balanzas de un químico, tan penetrante como el bisturí de un medico. Y - ¡piensen en esto!- solo tenía 18 años.
No sucede a menudo que alguien tan joven tenga un intelecto tan gigantesco. Tomen, por ejemplo, a Petey Bellows, mi compañero de cuarto en la universidad. La misma edad, el mismo origen social, pero tonto como un buey. Un tipo bastante agradable, pero sin nada en la cabeza. Del tipo emocional. Inestable. Impresionable. Y lo peor de todo, esclavo de la moda. Opino que las modas son la verdadera negación de la razón. Ser barrido y arrastrado por cada nueva locura que llega, rendirse a la idiotez sólo porque todos los demás lo hacen – esto, para mi, es el pináculo de la irracionalidad. Sin embargo, no lo era para Petey.
Una tarde encontré a Petey tirado en su cama con una expresión tal de desesperación en su cara, que inmediatamente diagnostiqué apendicitis. “No te muevas”, le dije. “No tomes ningún laxante. Llamaré un medico”.
- “Mapache”, murmuro con voz ronca.
- “Mapache” pregunté, deteniéndome en mi carrera.
- “Quiero un abrigo de mapache”, se lamento Petey.

Me di cuenta de que su problema no era físico, sino mental. “¿Por qué quieres un abrigo de mapache?”
- “Debí haberlo sabido”, grito, golpeándose las sienes. “Debí haber sabido que volverían cuando el Charleston volvió. Como un estúpido gasté todo mi dinero en textos de estudio y ahora no puedo comprarme un abrigo de mapache.”
- “Quieres decir”, dije incrédulamente, “que la gente realmente está usando abrigos de mapache de nuevo?”.
- “Todos los grandes hombres del campus los usan. ¿Dónde has estado tú?
- “En la biblioteca”, dije, nombrando un lugar no frecuentado por los grandes hombres del campus.

Petey saltó de la cama y se paseo por el cuarto. “¡Tengo que tener un abrigo de mapache!”, dijo apasionadamente. “¡Tengo que tenerlo!”.
- “Pero, ¿por qué, Petey? Míralo desde una perspectiva racional. Los abrigos de mapache son insalubres. Echan pelos. Huelen mal. Pesan demasiado. Son desagradables de ver. Son...”
- “Tú no entiendes”, me interrumpió con impaciencia. “Es lo que hay que hacer. ¿No quieres estar con el boom?”
- “No”, respondí con toda verdad.
- “Bueno, yo sí”, declaro. “Daría cualquier cosa por un abrigo de mapache. ¡ Cualquier cosa!

Mi cerebro, ese instrumento de precisión, comenzó a funcionar a toda máquina. “¿Cualquier cosa?”, Pregunte mirándolo escrutadoramente.
- “Cualquier cosa”, respondió en vibrantes tonos.
Golpee mi barbilla pensativamente. Sucedía que yo sabía cómo poner mis manos en un abrigo de mapache. Mi padre había tenido uno en su época de estudiante. Ahora estaba en un baúl en el altillo de mi casa. También sucedía que Petey tenia algo que yo quería. No la tenía exactamente, pero tenia primer derecho sobre ello. Me refiero a su chica, Polly Espy.
Por mucho tiempo yo había ambicionado a Polly Espy. Permítaseme enfatizar que mi deseo por esta joven no era de naturaleza emocional. Ella era, por cierto, una chica que me excitaba las emociones, pero yo no era alguien que fuera a dejar que mi corazón gobernara sobre mi cabeza. Yo quería a Polly por una razón astutamente calculada, enteramente cerebral.
Yo era un estudiante de primer año de leyes. En pocos años saldría a practicar la abogacía y estaba bien consciente de contar con el tipo adecuado de esposa para promover la carrera de un abogado. Los abogados exitosos que yo había observado estaban, casi sin excepción, casados con mujeres hermosas, gráciles e inteligentes. Con una sola omisión, Polly llenaba estas características perfectamente.
Era hermosa. No era aun de proporciones perfectas, pero yo estaba seguro de que el tiempo supliría la falta. Ella ya tenía todos los atributos necesarios para lograrlo.
Era grácil. Por grácil quiero decir llena de gracia. Tenia una distinción al caminar, una libertad de movimiento, un equilibrio, que claramente indicaba la mejor educación. En la mesa sus modales eran exquisitos. Yo la había visto en el restaurante de la esquina del campus comiendo la especialidad de la casa- un sándwich que consistía en trozos de carne asada, salsa, nueces picadas y una gran porción de chucrut- sin ni siquiera humedecerse los dedos.
Inteligente no era. De hecho se orientaba en la dirección opuesta. Pero yo pensaba que bajo mi tutela y guía se pondría mas despierta. En todo caso, valía la pena hacer el intento. Después de todo, es más fácil hacer inteligente a una hermosa niña tonta que hacer hermosa a una fea niña inteligente.
- “Petey”, le dije, “¿estás enamorado de Polly Espy?”.
- “Pienso que es una chica aguda”, contesto, “pero no sé si llamarlo amor. ¿Por qué?”.
- “¿Tienes”, le pregunte, “algún tipo de arreglo formal con ella? Me refiero a sí estás pololeando con ella o algo por el estilo.
- “No. Nos vemos bastante, pero ambos tenemos otras citas. ¿Por qué?
- ¿“Existe”, pregunte, “otro hombre por el cual ella siente algún cariño particular?”
- “No que yo sepa. ¿Por qué?”.
- “En otras palabras”, dije con satisfacción, “si tu estuvieras fuera del cuadro, el campo estaría libre. ¿No es así?”
- “Supongo que sí. Pero, ¿Qué estas tramando?”
- “Nada, nada”, dije inocentemente, y saque mi maleta del closet.
- “Oye”, me dijo, agarrándome del brazo con gran desesperación, “cuando estés en tu casa, ¿no podrías conseguir algo de plata con tu viejo, ¿podrías? Y prestármela para que yo pudiera comprarme un abrigo mapache?”
- “Puedo hacer algo mejor que eso”, dije haciéndole un misterioso guiño y cerré mi maleta y me fui.

- “¡Mira!” le dije a Petey cuando volví el lunes en la mañana, y abrí de golpe la maleta dejando ver el grande, peludo y deportivo objeto que mi padre había usado en su Stutz Beercat en 1925.
- “¡Por Santo Toledo!”, Grito Petey reverentemente. Hundió sus manos en el abrigo de mapache y luego hundió su cara y repitió “¡por Santo Toledo!” Quince o veinte veces.
- “¿Lo quieres?”, Le pregunté.
- “¡Claro que sí!” Gritó apretando la grasienta piel contra su cuerpo. Luego una mirada prudente apareció en sus ojos: “¿qué quieres a cambio?”
- “A tu chica”, dije sin escatimar palabras.
- “¿Polly?” Dijo en un horrorizado suspiro, “¿quieres a Polly?”
- “así es”

Lanzó el abrigo lejos y dijo resueltamente: “¡jamás!” Yo me encogí de hombres. “okey” le dije, “si no quieres estar en el boom, es asunto tuyo.”
Me senté en una silla y me hice el que leía un libro, pero con el rabillo del ojo me mantuve vigilante observando a Petey. Era un hombre destrozado. Primero miró el abrigo, con la expresión de un hambriento ante la vitrina de una pastelería.
Después se dio vuelta y levanto la barbilla resueltamente. Luego, volvió a mirar el abrigo, aun con mayor deseo reflejado en su rostro. Luego se dio vuelta, pero no con tanta resolución esta vez. Finalmente, ya no dio vuelta la cara, sino que se quedo mirando fijamente el abrigo, enloquecido por el deseo.
- “No es que yo estuviera enamorado de Polly”, dijo con voz ronca. “o que estuviera pololeando con ella, o algo por el estilo”
- “Es cierto” murmure.
- ¿Qué es Polly para mí o para ella?”
- “Nada” respondí yo.
- “Ha sido solo una relación casual –solo unas pocas risas, eso es todo”
- “Pruébate el abrigo”, dije.

Acepto. El abrigo sobresalía por arriba de sus orejas y caía hasta abajo, hasta la punta de sus zapatos. Se veía como una montaña de mapaches muertos. “Me queda estupendo”, dijo feliz. Me levante de mi silla. “¿Es un trato?”, Pregunté, extendiéndole la mano. Trago saliva. “Es un trato”, dijo, apretando mi mano.
Tuve mi primera cita con Polly la tarde siguiente. Fue una especie de examen. Yo quería averiguar cuánto tendría que trabajar para lograr que su mente llegara al nivel que yo requería. Primero la llevé a comer. “Fue una comida deli”, dijo cuando salimos del restaurante. Después la lleve al cine. “Fue una película sensa”, dijo al salir del teatro. Y luego la lleve a casa. “Lo pase súper”, dijo al despedirse.
Volví a mi cuarto con el corazón apesadumbrado. Había subestimado gravemente la magnitud de mi tarea. La falta de información de esta niña era espeluznante y tampoco bastaría simplemente con proporcionarle información. Primero había que enseñarle a pensar. Este parecía un proyecto de no escasas dimensiones, y al principio estuve tentado en devolvérsela a Petey. Pero luego empecé a pensar en sus abundantes encantos físicos y en el modo como entraba a una habitación y el modo como manejaba el cuchillo y el tenedor, y decidí hacer un esfuerzo.
Procedí en esto, como en todas las cosas, sistemáticamente. Le di un curso de lógica, de modo que tenía todos los datos en la punta de mis dedos.
- “Polly”, le dije, cuando la pase a buscar en nuestra siguiente cita, “esta noche iremos a caminar y conversaremos”
- ¡Oh, fantástico!, dijo. Una cosa debo decir de esta niña, es difícil encontrar otra tan fácil de agradar.

Nos fuimos al parque, el lugar de citas del campus, y nos sentamos bajo un añoso roble. Ella me miró expectante y pregunto: “¿de qué vamos a conversar?”
- “De lógica”.
Lo pensó por un momento y decidió que le agradaba.
- “¡sensa!”, Dijo.
- “La lógica”, dije yo, aclarando mi garganta, “es la ciencia del pensamiento. Antes que podamos pensar correctamente, debemos aprender primero a reconocer las falacias más comunes de la lógica. Nos ocuparemos de ellas esta noche”.
- “¡Bravo!” gritó aplaudiendo con anticipado placer.
Yo sentí encogérseme el corazón, pero continúe valientemente.
- “Primero” dije, “examinemos la falacia Dicto Simpliciter.
- “¡De todos modos!” rogó Polly batiendo sus pestañas con entusiasmo.
- “Dicto Simpliciter es un argumento basado en una generalización no limitada. Por ejemplo, el ejercicio es bueno. Por lo tanto, todos deberían hacer ejercicio.”
- “Estoy de acuerdo”, dijo Polly con entusiasmo. “Me refiero a que el ejercicio es maravilloso. Quiero decir que mantiene el cuerpo en forma y todo.”
- “Polly” le dije amablemente, “el argumento es una falacia. El ejercicio es bueno es una generalización no limitada. Por ejemplo, si sufres de una enfermedad al corazón, el ejercicio es malo para ti, no bueno. A muchas personas sus médicos les ordenan no hacer ejercicios. Es necesario limitar la generalización diciendo que el ejercicio es generalmente bueno o que el ejercicio es bueno para la mayoría de la gente. De lo contrario, estarás cometiendo Dicto Simpliciter. ¿Te das cuenta?
- “No” confesó. “Pero es súper. ¡Haz más!”
- “Sería mejor si dejaras de tironearme la manga” dije y cuando desistió continúe: “A continuación, tomemos la falacia llamada generalización apresurada . Escucha atentamente: tú no sabes hablar francés. Por lo tanto, debo concluir que nadie en la universidad de Minessota sabe hablar francés.”
- “¿De veras?” dijo Polly, incrédula, “¿nadie?”
Oculté mi desesperación. “Polly”, es una falacia. La conclusión se alcanza demasiado apresurada. Hay demasiado pocas instancias para apoyar tal conclusión.”
- “¿Conoces mas falacias?” Pregunto ansiosamente. “¡Esto es más entretenido que ir a bailar!”

Luche con una ola de desesperación. No estaba llegando a ninguna parte con esta niña, absolutamente a ninguna parte. Sin embargo, si hay alguien persistente, ese soy yo. Así que continúe: “ahora nos corresponde post hoc. Escucha esto: “no llevemos a Bill a nuestro picnic; cada vez que salimos con él, llueve.”
- “Conozco a alguien igual”, exclamó. “Es una chica de mi pueblo, Eula Becker se llama. Nunca falla. Cada vez que la llevamos a un picnic...”
- “Polly” la interrumpí, cortante. “Es una falacia. Eula Becker no es causa de que llueva. No tiene ninguna relación con la lluvia. Si le echas la culpa a Eula Becker, eres culpable de Post Hoc.”
- “No lo volveré a hacer”, prometió contrita. “¿Estás enojado conmigo?”
- “No, Polly, no estoy enojado” suspiré.
- “entonces, cuéntame más falacias”
- “Bueno” dije. “veamos Premisas contradictorias”
- “Sí. Veámoslas”, dijo guiñando sus ojos con placer. Yo fruncí el entrecejo, pero seguí adelante. “Aquí tienes un ejemplo de premisas contradictorias: si Dios puede hacerlo todo, ¿puede hacer una piedra tan pesada que El mismo no fuera capaz de levantarla?”
- “Por supuesto que sí”, respondió.
- “Pero si puede hacerlo todo, puede levantar la piedra” dije.
- “Si”, dijo pensativa. “bueno, entonces supongo que no puede hacer la piedra”
- “Pero Él puede hacerlo todo”, le recordé. Se rascó su preciosa y vacía cabeza. “Estoy tan confundida” admitió.
- “Por supuesto que lo estás. Porque cuando las premisas de un argumento son contradictorias entre sí, no puede haber argumento. Si existe una fuerza irresistible, entonces no puede existir un objeto inamovible. Si existe un objeto inamovible, entonces no puede existir una fuerza irresistible. ¿Entiendes?”
- “Cuéntame más de este tema tan agudo”, dijo ansiosamente.

Consulté mi reloj. “Pienso que basta por esta noche. Te llevaré a casa ahora y tu repasas todas las cosas que aprendiste. Tendremos otra sesión mañana por la noche.”
La fui a dejar a los dormitorios de las niñas, donde me aseguro que había tenido una noche perfectamente sensa y me fui malhumorado a mi cuarto. Petey estaba roncando en su cama con el abrigo de mapache arrollado a sus pies como una gran bestia peluda. Por un momento consideré la posibilidad de despertarlo y decirle que podía tener a su chica de vuelta. Me parecía evidentemente que mi proyecto estaba fatalmente destinado al fracaso. La chica simplemente tenía una cabeza a prueba de lógica.
Pero después lo reconsidere. Ya había perdido una noche. Podría perder otra. ¿Quién sabe? A lo mejor, en alguna parte, en el extinto cráter de su cabeza algunas pocas brasas aun ardían en silencio. Tal vez, de alguna manera, yo podía hacerles salir llamas. Admito que no era un prospecto forjado con esperanza, pero decidí hacer un último intento.
Sentados bajo el roble, la noche siguiente, le dije: “nuestra primera falacia de esta noche se llama ad misericordiam.” Ella tembló de gusto.
- “Escucha atentamente” dije, “un hombre solicita un trabajo. Cuando el patrón le pregunta cuáles son sus méritos, replica que tiene esposa y seis hijos en casa, que la esposa es inválida sin remedio, los niños no tienen qué comer, ni qué ropa ponerse, ni zapatos en sus pies. No hay camas en la casa, ni carbón en la despensa y el invierno está llegando”
Una lagrima rodó por casa una de las rosadas mejillas de Polly.
- “¡Oh! Esto es terrible”, gimoteó.
- “Si, es terrible” acepté, pero no es un argumento. El hombre nunca respondió la pregunta del patrón sobre sus méritos. En vez de eso, apelo a la piedad del patrón. Cometió la falacia ad misericordiam, ¿comprendes?”
- “¿Tienes un pañuelo?”, Dijo entre sollozos.

Yo le alargue un pañuelo y trate de evitar gritar, mientras ella se enjuagaba los ojos. “Ahora”, dije, en un tono cuidadosamente calculado, “discutiremos la falsa analogía. He aquí un ejemplo: a los estudiantes se les debería permitir consultar sus textos de estudio durante los exámenes. Después de todo, los cirujanos tienen rayos X para guiarlos durante una operación, los abogados tienen escritos para guiarlos durante un juicio y los carpinteros tienen planos para guiarlos cuando construyen una casa. Entonces, ¿por qué los estudiantes no pueden mirar sus textos durante los exámenes?”

- “¡Fantástico!” dijo con entusiasmo. “Es la idea más sensa que he escuchado en años.
- “Polly”, le dije exhausto, “el argumento está completamente malo. Los doctores, los abogados y los carpinteros no están dando exámenes para probar cuanto han aprendido, pero los estudiantes, sí. Las situaciones son completamente diferentes y no puedes establecer una analogía entre ellas.”
- “ De todos modos, creo que es una buena idea” dijo Polly.
- “Tonterías” murmure. Pero, resueltamente continúe avanzando. “Ahora examinaremos la hipótesis contraria a los hechos.”
- “Suena exquisita” respondió Polly.
- “Escucha: si Madame Curie no hubiera dejado por casualidad una placa fotográfica en un cajón junto a un trozo de pecblenda, el mundo actual no conocería el radio.”
- “Verdad, verdad” exclamó Polly asintiendo con la cabeza. “¿Viste la película? Me fascinó. Ese Walter Pidgeon es un sueño. Quiero decir que me trastorna.
- “Si te puedes olvidar del señor Pidgeon por un momento”, dije con frialdad, “me gustaría hacerte notar que esa afirmación es una falacia. Tal vez Madame Curie habría descubierto el radio en una fecha posterior o tal vez otra persona lo habría descubierto. Un montón de cosas podrían haber pasado, tal vez. No puedes empezar con una hipótesis que no es verdadera y luego deducir alguna conclusión que sea sostenible a partir de ella.”
- “Deberían hacer más películas con Walter Pigdeon” dijo Polly. “Ya casi no lo puedo ver nunca.”

Una oportunidad mas, decidí. Pero sería la ultima. Hay un límite para la resistencia humana. “La próxima falacia se llama envenenar el pozo”, anuncie.
- “¡Qué amor!” gorjeó.
- “Dos hombres están participando en un debate. El primero se levanta y dice: “mi opositor es un conocido mentiroso. Ustedes no pueden creer una sola palabra de lo que va a decir...” ahora Polly, piensa. Piensa bien. ¿Qué está mal?”.
La observe con atención mientras su linda frente se arrugaba en un esfuerzo de concentración. De pronto, un leve resplandor de inteligencia –el primero que yo veía- se asomó a sus ojos. “¡No es justo!”, Exclamo con indignación. “No es justo en lo mas mínimo. ¿Qué oportunidad tiene el segundo hombre si el primero lo llama mentiroso, incluso antes de que empiece a hablar?”
- “¡Correcto!” grité, saltando de felicidad. “Ciento por ciento correcto. No es justo. El primer hombre ha envenenado el pozo antes que cualquier persona pudiera beber de él. Ha imposibilitado la defensa de su oponente antes que se haya podido siquiera empezar. Polly, estoy orgulloso de ti.”
- “Mm” murmuró, enrojeciendo de placer.
Ya vez querida, que estas cosas no son tan difíciles. Todo lo que tienes que hacer es concentrarte. Pensar -examinar- evaluar. Veamos, revisemos todo lo que hemos aprendido.
- “Estoy lista”, dijo ella, haciendo un grácil movimiento en el aire con su mano invitándome a disparar.

Fortalecido al constatar que Polly no era totalmente estúpida, empecé un largo y paciente repaso de todo lo que le había enseñado. Una y otra, y otra vez, le cite las instancias, le indique las faltas, martillando sin descanso. Era como cavar un túnel. Al principio, todo era trabajo, sudor y oscuridad. No tenía idea de cuándo alcanzaría la luz, o siquiera si la alcanzaría. Pero yo persistía. Machacaba, arañaba, raspaba y finalmente fui recompensado. Vi una grieta de luz que luego se hizo más grande y el sol se derramo por ella haciendo brillar todo.
Cinco agotadoras noches tomo este trabajo, pero valió la pena. Había logrado convertir a Polly en una persona lógica, le había enseñado a pensar. Mi trabajo había terminado. Por fin ella era digna de mí. Ahora ella era una esposa adecuada para mí, la anfitriona adecuada para mis muchas mansiones, la perfecta madre para mis acaudalados hijos.
No se debe pensar que yo no sentía amor por esta niña. Muy por el contrario. Tal como Pigmalion amaba a la mujer perfecta que había modelado, así amaba yo a la mía. Había llegado el momento de cambiar nuestra relación de académica a romántica.
- “Polly” le dije la próxima vez que nos sentamos bajo nuestro roble, “esta noche no vamos a hablar de falacias.”
- “¡Qué pena!” dijo ella, desilusionada.
- “Querida” le dije, obsequiándole mi mejor sonrisa, “ya hemos pasado juntos cinco noches. Nos hemos llevado espléndidamente bien. Es evidente que estamos hechos el uno para el otro.”
- “Generalización apresurada” exclamó ella. “¿Cómo puedes afirmar que estamos hechos el uno para el otro sobre la base de solo cinco citas?”

Reí para mis adentros con placer. La querida niña había aprendido bien su lección. “Querida” dije, acariciando su mano con pequeños golpecitos tolerantes, “cinco citas es mas que suficiente. Después de todo, no es necesario comerse la torta entera para saber que está buena.”
- “Falsa analogía” respondió Polly prontamente. “Yo no soy una torta, soy una niña.” Sonreí para mis adentros con un poco menos de placer. La querida niña había aprendido su lección tal vez demasiado bien. Entonces decidí cambiar la táctica. Obviamente el mejor abordaje era una simple, firme y directa declaración de amor. Me detuve un momento mientras mi potente cerebro elegía las palabras adecuadas. Entonces comencé:
- “Polly, te amo. Tu representas todo el mundo para mí, y la luna y las estrellas y todas las constelaciones del espacio exterior. Por favor, querida mía, di que aceptaras ser mi novia. Si no lo haces, mi vida carecerá de sentido. Languideceré, me rehusare a comer y vagare por la faz de la tierra como un viejo casco de barco tambaleante y con ojos vacíos.”
Listo pensé, cruzando mis brazos. Esto debería lograrlo.
- “Ad misericordiam” dijo Polly.
Rechiné los dientes. Yo no era Pigmaleon, sino Frankestein. Había creado un monstruo y este me tenia agarrado del cuello. Desesperadamente luche contra la ola de pánico que me inundaba. A toda costa tenia que mantener la calma.
- “Bien Polly” dije, esforzándome por sonreír, “realmente aprendiste tus falacias”
- “¡Por supuesto que sí!” dijo con un vigoroso movimiento de cabeza.
- “ ¿Y quién te las enseñó, Polly?”
- “Tú fuiste.”
- “Correcto. Por lo tanto, me debes algo, ¿no es cierto, querida? Si yo no hubiera aparecido, tu nunca habrías aprendido nada acerca de las falacias.”
- “Hipótesis contraria a los hechos”, replicó Polly al instante.
Sacudí con violencia el sudor de mi frente.
- “Polly” gruñí, “no debes tomar estas cosas tan literalmente. Quiero decir que esto es solo materia de clases y tu sabes que las cosas que se aprenden en la escuela no tienen nada que ver con la vida.”
- “Dicto simpliciter” dijo ella, levantando burlonamente su dedo hacia mí.
Esa fue la gota que rebalso el vaso. ¿Será mi novia o no?”
- “No”
- “¿Por qué no?
- “Porque esta tarde le prometí a Petey Bellow que sería la novia de él.”
Caí hacia atrás abrumado por la infamia de Petey. Después que me prometió, que hizo un trato conmigo, que me dio la mano. “¡Que rata!” chillé pateando el pasto. “No puedes irte con él, Polly. Es un mentiroso. Un tramposo. Es una rata.”
- “Envenenar el pozo” dijo Polly. “Y deja de gritar. Creo que gritar debe ser una falacia también.”

Con un enorme esfuerzo de voluntad module mi voz y dije: “muy bien. Eres una persona lógica. Miremos las cosas lógicamente. ¿Cómo pudiste escoger a Petey Bellow en lugar de escogerme a mí? Mírame: soy un estudiante brillante, un gran intelectual, un hombre con el futuro asegurado. Mira a Petey: un cabeza confusa, un atado de nervios, un tipo que nunca sabrá donde obtendrá su próxima comida. ¿Podrías darme una razón lógica por la cual deberías convertirte en la novia de Petey Bellow?”
- “por supuesto que puedo” dijo Polly. “Tiene un abrigo de mapache.”

domingo, 22 de febrero de 2009

Lógica y Silogismos

Esta actividad está planteada para los grados Úndecimo en la semana del 25 de Febrero al 4 de Marzo de 2009

LÓGICA Y ARGUMENTACIÓN

La lógica aristotélica
Los primeros desarrollos de la lógica provienen de los grie­gos. Fue Aristóteles quien sistematizó los conocimientos sobre lógica de su tiempo y sus obras fueron considera­das por muchos siglos el manual fundamental de lógica. Sólo hasta el siglo diecinueve se pensó nuevamente en reformular las bases de la lógica, lo cual llevó a la discipli­na a aplicaciones más complejas en el lenguaje ordinario y en lenguajes especiales como el de las matemáticas. En este apartado nos ocuparemos de echar un vistazo a los rudimentos de la lógica aristotélica.

Las proposiciones categóricas
Veamos la proposición "Todo cuerpo ocupa un lugar en el espacio". En ella se da una relación entre dos conjun­tos o categorías: la categoría de los cuerpos, que está en el término sujeto; y la categoría de los seres que ocupan un lugar en el espacio, que está en el término predicado.


Busto de Aristóteles. Este filósofo fue quien primero sistematizó los conocimientos sobre lógica.

A las proposiciones como ésta, en las que se establece una relación entre dos categorías, se les llama proposiciones categóricas.
De acuerdo con la naturaleza de esta relación, las propo­siciones categóricas son de cuatro tipos.
A cada tipo lo identificaremos con una vocal:

A => Universal afirmativa: Todos s es p.
E => Universal negativa: Ningún s es p.
I => Particular afirmativa: Algún s es p.
0=> articular negativa: Algún s no es p.

Inferencias inmediatas

Se llama inferencia inmediata al razonamiento que tiene una sola premisa. Cuando las proposiciones categóricas tienen el mismo sujeto y predicado, pero difieren en el tipo de relación entre las categorías, y además se conoce el valor de verdad de una de las proposiciones, es posible hacer inferencias inmediatas. Por ejemplo, si sabemos que es cierta la proposición del tipo A, universal afirmativa, Todos los cuerpos ocupan un lugar en el espacio", podemos inferir que la proposición de tipo I, particular afirmativa, "algún cuerpo ocupa un lugar en el espacio", es verdadera. Y también estamos seguros de que son falsas las proposiciones:





"Ningún cuerpo ocupa un lugar en el espacio", y "Algún cuerpo no ocupa un lugar en el espacio ".





Si lo que sabemos, por ejemplo, es que la proposición del tipo I, particular afirmativa, "Algunos hombres son bonda­dosos", es verdadera, podemos estar seguros de que es falsa la proposición del tipo E, universal negativa, "Ningún hombre es bondadoso". Sin embargo, ¿qué podemos decir acerca de la verdad o falsedad de las proposiciones "todos los hombres son bondadosos", o, "algún hombre no es bondadoso"?





En ambos casos, con la sola certeza de que algu­nos hombres son bondadosos carecemos de información, tanto para afirmar que algunos no lo son, como para afir­mar que todos lo son. Por tanto, saber que una proposi­ción del tipo I, particular afirmativa, es verdadera, deja indeterminadas a las proposiciones del tipo A, universal afirmativa, y del tipo 0, particular negativa.



Estas inferencias inmediatas son las formas más sencillas de razonamientos con proposiciones categóricas.




Veremos ahora qué sucede cuando hay más de una pre­misa.




Cantigas de Alfonso X el Sabio




Silogismos categóricos
Los razonamientos que tienen dos premisas se llaman silo­gismos. Si esas dos premisas son proposiciones categóricas, a estos argumentos se les llama silogismos categóricos. Veamos el siguiente ejemplo.
1. Ningún ser humano es malo por naturaleza.
2. Los abogados son seres humanos.
3. Por lo tanto, los abogados no son malos por naturaleza.

En este tipo de razonamiento vemos que la conclusión es una proposición categórica en la cual se estableció una relación entre dos categorías, los abogados y los seres malos por naturaleza, gracias a la relación que cada una de estas categorías tiene con una tercera: los seres huma­nos. A esta categoría que permitió establecer la relación entre las otras dos la llamaremos término medio.
  • Premisa mayor y premisa menor. A la premisa en la cual se encuentra el término predicado de la conclusión la llamamos premisa mayor. En este ejemplo el predi­cado de la conclusión es la categoría de los seres malos por naturaleza. Por lo tanto, la proposición 1 es la pre­misa mayor. La premisa en la cual se encuentra el suje­to de la conclusión se llama premisa menor. En el ejemplo, el sujeto de la proposición conclusión es la categoría de los abogados, por lo tanto, la premisa menor es la proposición número 2. Debes prestar aten­ción porque el orden de aparición puede variar y la única manera de reordenarlo es identificando la conclu­sión y, con base en ella, poner a las premisas en su lugar. Esto puede ser muy útil para evaluar la validez del silo­gismo, como veremos más adelante.
  • El modo y la figura. Podemos elaborar un silogismo categórico conociendo su modo y figura. El modo de un silogismo depende del tipo de proposición categó­rica que lo conforma. En nuestro ejemplo, la premisa mayor es del tipo E, universal negativa; la menor es del tipo A, universal afirmativa, pues al no determinar que se trata de algunos, es como si se estuviera afirmando que "Todos los abogados son seres humanos"; la pro­posición 3, que es la conclusión, es también del tipo E, pues aunque no se use la expresión "ningún", se está negando completamente la relación entre las dos cate­gorías que forman la proposición. Por lo tanto, el modo de este silogismo se puede expresar de acuerdo con el tipo de proposición que lo conforma usando las vocales que identifican los tipos de proposición categó­rica: EAE.

La figura indica dónde se encuentra el término medio en las premisas del silogismo. En este caso, el término medio es la categoría de los seres humanos. En las premisas esta categoría se encuentra en el sujeto de la premisa mayor y en el predicado de la menor.

  • Ningún ser humano es malo por naturaleza. (premisa mayor)
  • Los abogados son seres humanos. (premisa menor)
  • Por lo tanto, los abogados no son malos por naturale­za. (conclusión)
    De acuerdo con la distribución del término medio en las premisas, hay cuatro figuras del silogismo categórico. En los esquemas, las letras s y p corresponden a los términos sujeto y predicado de la conclusión, respectivamente. La letra m corresponde al término medio.

    Primera figura
    1. m p
    2. s m
    3. s p

    Segunda figura
    1. p m
    2. s m
    3. s p

Tercera figura
1. m p
2. m s
3. s p

Cuarta figura
1. p m
2. m s
3. s p


Elaborar un silogismo con el modo y la figura

El modo y la figura nos sirven para elaborar y reconocer silogismos en los que, independientemente de las catego­rías que los conformen, podemos evaluar su validez, pues es de su estructura lógica que depende la validez. Es nece­sario decir que no todos los silogismos categóricos son válidos. Veamos un ejemplo de cómo elaborar un silogis­mo categórico con el modo y la figura que, al mismo tiem­po, sea un ejemplo de un argumento inválido. Escojamos tres categorías cualesquiera: zapatos, medias y cuero, y hagamos un silogismo de modo E00 de la tercera figu­ra. Por ejemplo:

Tercera figura
E
Ninguna media es de cuero m p
0 Alguna media no es un zapato m s
0 Por lo tanto, algún zapato no es de cuero s p


Aunque la conclusión en la vida real sea cierta, es decir, aunque en la realidad haya algunos zapatos que no son de cuero, el silogismo no es válido porque del hecho de que no haya medias de cuero no se sigue nada acerca de los zapatos, y tampoco aporta ninguna información rele­vante al respecto la premisa menor. En las premisas no nos dan información para afirmar nada acerca de la categoría zapatos. Por lo tanto, la conclusión va mucho más allá de lo que se dice en las premisas y el silogismo es inválido.

La lógica aristotélica recibió un gran impulso
en la Edad Media, sobre todo en los monasterios.

A estos argumentos en los que no se dan garantías sufi­cientes para afirmar la conclusión los llamamos falacias. Fácilmente caemos en trampas como esta y nos dejamos confundir creyendo que, por la formalidad con la que nos dicen algo, nos están dando un buen argumento. Hay que estar atentos para no confundir la validez con la verdad porque, recordémoslo, en la lógica se evalúa sólo si las pre­misas aportan un soporte suficiente para garantizar la con­clusión, y no si ella es verdadera o falsa en la realidad. De esto nos ocupamos a continuación.
Evaluar la validez de un silogismo categórico

Hay siete reglas por medio de las cuales se evalúa la vali­dez de un silogismo categórico.

1. El silogismo tiene tres términos: mayor, medio y menor, cada uno de los cuales debe tener el mismo sentido en todo el razonamiento.

Un ejemplo sencillo. Los gatos maúllan; los aparatos que se usan para levantar carros son gatos; por lo tanto, los aparatos para levantar carros maúllan.
En este silogismo, el término medio, los gatos, tiene un diferen­te sentido en la premisa mayor que en la menor. De allí el absurdo al que se llega en la conclusión a pesar de que ambas premisas son verdaderas.

2. Lo que se halle distribuido en la conclusión debe estar dis­tribuido en las premisas.
Como hemos visto, cada proposición categórica tiene dos términos: el sujeto y el predicado. La distribución es una propiedad de los términos de una proposición. Cuando en una proposición se habla de todos los miembros de una categoría, se dice que ese término está distribuido. Por ejemplo, en la frase, "Todos los hombres son mortales", está distribuido el término sujeto, porque se involucra en esta relación a todos los miembros del conjunto sujeto. Sin embargo, el térmi­no predicado no está distribuido porque sólo se habla de una fracción de los mortales, no de todos ellos.

En las proposiciones del tipo E, ambos términos están distribuidos; en las de tipo I, ningún término está dis­tribuido; en las de tipo 0, el sujeto no está distribuido, pero sí lo está el predicado, pues se excluye a algunos miembros del término sujeto de todos los miembros del término predicado.

Veamos el ejemplo de una falacia en la que se viola esta regla.

· Los ingenieros son hombres.
· Todos los hombres son mortales.
· Por lo tanto, todos los mortales son ingenieros
.

Se trata de un silogismo de modo AAA, pues las tres pro­posiciones son universales afirmativas, de la cuarta figu­ra, pues el término medio está en el predicado de la mayor y en el sujeto de la menor. ¿Por qué no es válido? Porque el sujeto de la conclusión está distribuido allí, pero no está distribuido en la premisa menor. La conclusión dice mucho más de lo que dicen las premisas.
S. El término medio debe estar distribuido en, al menos, una de las premisas.
La relación que se establece entre las dos categorías que forman la conclusión depende de la relación que ambas categorías tienen con el término medio. Si el término medio no está distribuido no se puede garantizar esa relación.

· Los estudiantes de undécimo A van a ir a la universidad.
· Algunos estudiantes de undécimo B van a ir a la uni­versidad.
· Por lo tanto, algunos estudiantes de undécimo B son estudiantes de undécimo A.

Tenemos un silogismo de modo A de la segunda figura. El término medio: aquellos que irán a la universidad, no está distribuido. Esta es la base de esta falacia.

Las siguientes reglas no necesitan explicación.

4. Si una premisa es negativa, la conclusión debe ser nega­tiva.
5. Si una premisa so es particular, la conclusión debe ser par­ticular.
6. De dos proposiciones negativas no se puede sacar conclu­sión alguna.
7. De dos proposiciones particulares no se puede sacar con­clusión alguna.
ACTIVIDADES POR COMPETENCIAS
TRABAJO INDIVIDUAL
COMPETENCIA INTERPRETATIVA
Por medio de mapa conceptual definir y caracterizar: inferencias inmediatas y silogismos categóricos

  • COMPETENCIA ARGUMENTATIVA
    Con esta actividad practicarás los conceptos estudiados en esta parte de la unidad: inferencias inmediatas y silogismos categóricos.
    1. Inferencias inmediatas.
  • Recibes un mensaje del primer ser humano que pisa el planeta Grqws que dice: "En Grqws, algunas plan­tas no son verdes". La comunicación con el explora­dor se rompe para siempre. ¿Se puede inferir de allí que hay plantas verdes en Grqws? ¿Podemos afirmar que ninguna planta es verde en Grqws? ¿Estamos seguros de que todas las plantas son verdes en Grqws?
2. Silogismos categóricos.
a) Elabora, con categorías de tu elección, un silogismo de cada uno de los siguientes modos y figuras.
AAA, primera figura
AAA, tercera figura
AIA, primera figura
EAE, segunda figura
EAE, cuarta figura
E00, primera figura
ElO, cuarta figura
b) ¿Cuáles de estos argumentos son válidos? justifica tus respuestas con las reglas del silogismo.
NO OLVIDEN QUE LA ACTIVIDAD SE REALIZA EN EL PORTAFOLIO, SE LEE MUY BIEN Y SE DESARROLLA , PARA LLEGAR MUY BIEN PREPARADOS A SUSTENTARLA.
!ÉXITOS Y ADELANTE¡

sábado, 14 de febrero de 2009

Lógica y Argumentación

Hola mis amigos de Undécimo: Si están leyendo esto, ha sido porque están siguiendo las instrucciones dadas en clase, lo cual me alegra mucho.

Veamos:

Leerán cuidadosamente el texto y luego desarrollarán las activdades planteadas en Trabajo Individual.

Los invito a Llevar dos proposiciones creadas por ustedes a clase, estas deben ubicarlas en trabajo Grupal.

  • Lógica y Argumentación


    ESTÁNDAR DEL TEMA: Comprender, mediante el aprendizaje de su aplicación, el uso de las formas de argumentación correctas y el uso de los criterios de razonamiento lógico válido como la clave de lo reflexión con espíritu filosófico.



    En la primera parte de esta unidad repasarás algunos de los conceptos fundamentales con los que ya trabajaste el año pasado: en qué consiste un argumento, cómo reconocerlo y evaluarlo, así como los tipos de argumentos que existen, y cómo usar el análisis de argumentos para comprenderlo que otros dicen y para revisar desde el punto de vista lógico tus propias opiniones.

    En las siguientes secciones aprenderás algunos de los métodos para reconocer la validez de un argumento deductivo. Por último, en la sección llamada lógica de la argumentación, veremos cómo puede usarse la lógica en los argumentos que usamos, o que usan con nosotros, en la vida cotidiana.


    ¿Cómo usar la lógica?
  • La lógica se ocupa de distinguir los argumentos correctos de los incorrectos. Para esto ha investigado en los usos del len­guaje principios y métodos que permiten hacer esta distin­ción. Pero esta explicación resulta vacía si no tenemos claro en qué consiste un argumento o un razonamiento. Veamos:
  • ¿Qué es un argumento o razonamiento?
  • Un argumento es un conjunto de frases en las que se afir­ma que una de ellas es verdadera debido a que las otras fra­ses nos suministran evidencias suficientes para afirmarlo. La frase que es afirmada, en virtud de las otras, se llama conclu­sión, y las frases que aportan la información para afirmar que es verdadera la conclusión, se llaman premisas. A estas fra­ses que tienen sentido y de las cuales puede decirse que son verdaderas o falsas, las llamaremos proposiciones.


    Veamos un ejemplo.

    1. Si las almas son entes que pueden recordar y existen antes de estar encarnadas en el cuerpo, tendríamos memoria de la vida del alma previa a la existencia del cuerpo. 2. No tenemos recuerdos previos a la existencia del cuerpo. 3. Por lo tanto, las almas no son entes que pueden recordar ni existen antes de estar encarnadas en el cuerpo. Tenemos el conjunto de proposiciones 1, 2 y 3. Las propo­siciones 1 y 2 aportan información en virtud de la cual, si asu­mimos que esas afirmaciones son verdaderas, tenemos que afirmar que la proposición 3 también lo es sin objeción. Pero alguien cree en la reencarnación, y podría negar que la pre­misa 2 es verdadera, basándose en algunas experiencias de recuerdos de "vidas pasadas", en sueños, y cosas por el esti­lo. En tal caso, en efecto, no tendríamos bases para afirmar la verdad de la proposición 2, y, en consecuencia, podríamos poner en duda la verdad de la proposición 3. En ello reside la fuerza de la argumentación: persuade incluso sobre aque­llo que tal vez nos gustaría que fuera de otra manera.


    RECONOCIMIENTO DE RAZONAMIENTOS
  • El único indicio definitivo para reconocer un argumento es reconocer una conclusión, esto es, tomar conciencia acerca de que se afirma la verdad de una proposición en virtud de la información que proveen otras proposiciones.
  • INDICADORES DE PRESISA Y CONCLUSIÓN
  • Algunas veces la conclusión de un argumento puede verse precedida de expresiones tales como: por lo tanto, en con­secuencia, en conclusión, así, podemos afirmar que, etc. Estas expresiones indican que la frase que sigue a continuación depende de que otras frases sean verdaderas. Llamamos a tales expresiones indicadores de conclusión. Cuando, en cambio, nos piden que de entrada asumamos que una pro­posición es verdadera, nos solemos encontrar con expre­siones como: ya que, pues, si afirmamos que, teniendo en cuenta que, puesto que, etc. Llamamos a tales expresiones Indicadores de Premisa.
  • Tanto los indicadores de premisa como de conclusión nos pueden servir para identificar razonamientos, pero surge el inconveniente de que muchas veces tenemos argumentos en los que no aparecen. En tales casos no queda más reme­dio que detenerse a pensar en el sentido de las afirmacio­nes que nos encontramos y considerar si hay alguna de ellas que se afirma como verdadera basadas en la informa­ción que aportan otras frases. Deducción e inducción · Argumentos deductivos. Cuando en un argumento las premisas ofrecen información que garantiza que la conclusión es verdadera, tenemos un argumento deduc­tivo. Muchos razonamientos matemáticos sirven de ejemplo de estos argumentos.
  • Por ejemplo: 1. [a = b]; 2. [b = c]; por lo tanto, 3. [a = c].
  • Tenemos aquí tres proposiciones. Las proposiciones 1 y 2 ofrecen información en virtud de la cual se afirma que es verdadera la proposición 3. No hay aquí nada que dis­cutir; si son verdaderas las premisas, necesariamente tiene que ser verdadera la conclusión.

    · Argumentos inductivos. Cuando las premisas de un argu­mento proveen información para afirmar la probabilidad de la verdad de la conclusión, pero no permiten garanti­zar que es verdadera, tenemos un argumento inductivo.
  • Por ejemplo: 1. Sólo hemos encontrado vida en la Tierra, donde hay agua; 2. No hemos encontrado indicios de exis­tencia de agua en Marte; 3. Por lo tanto, no es probable que exista vida en Marte.
  • Las dos primeras proposiciones, efectivamente, aportan información que nos puede llevar a creer que la conclu­sión, la frase 3, es verdadera. Sin embargo, aunque asu­miéramos que las proposiciones 1 y 2 son verdaderas, aún podría haber vida en Marte, pues, por un lado, el hecho de que en la Tierra sólo hayamos encontrado vida donde hay agua no es razón suficiente para afirmar que sólo exis­te vida donde hay agua. Por otro lado, el hecho de que no hayamos encontrado indicios de agua en Marte no implica necesariamente que no la haya. Por ello resulta apropiado haber usado la expresión "improbable", en vez de la expresión "imposible", pues hasta ese punto no nos permite llegar la información que aportan las premisas.

  • EL ÚNICO INDICIO DEFINITIVO PARA RECONOCER UN ARGUMENTO EN UN TEXTO ES RECONOCER UNA CONCLUSIÓN
  • Debes tener siemprte presente :
    "El razonamiento lógico, fortalece la estructura del pensamiento. "
  • Acuerdate de la noticia que estructuraste en clase.

    Verdad y validez
  • Cuando las premisas de un argumento proveen información suficiente para garantizar la verdad de la conclusión, tenemos un argumento deductivo válido. Esto indica que, si fueran verdaderas las premisas, la conclusión debe­ría serlo también. Ello no significa que las premisas real­mente son verdaderas; de tal manera que un argumento Puede ser válido aunque tenga premisas y una conclusión que sabemos falsas, pues la validez sólo nos habla de una relación entre las proposiciones, y no de si esas frases corresponden a algo real, que es a lo que aludimos cuan­do calificamos a una proposición de verdadera. Hay casos en los que podemos suponer qué pasaría si esas premisas fueran verdaderas, así de entrada sepamos que son falsas. Por ejemplo:

    1. El mundo comenzó a existir el día en que tú naciste.

    2. La historia es lo memoria del mundo.

    3. El advenimiento y la caída del Imperio Egipcio, el nacimien­to del cristianismo y la Revolución francesa hacen parte de la historia.

    4. Por lo tanto, el advenimiento y la caída del Imperio Egip­cio, el nacimiento del cristianismo y la Revolución france­sa sólo han podido tener lugar desde el momento en que tú naciste.

    No creemos que sea verdadera la proposición 1, pero, si lo fuera, ¿debería ser cierta también la conclusión? Sí, pues la conclusión se sigue necesariamente de las premi­sas y, por tanto, se trata de un argumento válido. La validez es una cualidad de los razonamientos debido a su estructura lógica y no a la veracidad de las proposi­ciones, mientras que la verdad o la falsedad es una pro­piedad de las proposiciones y no de los razonamientos.

  • CUANDO LAS PREMISAS DE UN ARGUMENTO PROVEEN INFORMACIÓN SUFICIENTE PARA GARANTIZAR LA VERDAD DE LA CONCLUSIÓN, TENEMOS UN ARGUMENTO DEDUCTIVO VÁLIDO.


ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR y ENTREGAR PRÓXIMA CLASE (SEMANA DEL 17 AL 24 DE FEBRERO) TRABAJO INDIVIDUAL


  • 1. Con las siguientes actividades comprenderás las propiedades los argumentos y te entrenarás en componer los tuyos. Así mismo, practicarás en el reconocimiento de argumentos en pequeños textos.

COMPETENCIA PROPOSITIVA

  • Contesto las siguientes preguntas y cito un ejemplo que apoye mi respuesta, cuando el ejemplo sea posible.
  • a) ¿Puede haber razonamientos con una sola premisa?
  • b) ¿Puede haber argumentos sin conclusión?
  • c) ¿Puede haber razonamientos con más de tres premi­sas?
  • d) ¿Puede haber razonamientos válidos que tengan pre­misas falsas y una conclusión verdadera?
  • e) ¿Puede haber razonamientos válidos que tengan pre­misas verdaderas y una conclusión falsa?
  • f) En un razonamiento, ¿puede aparecer la conclusión al comienzo y las premisas después?

COMPETENCIAS INTERPRETATIVA Y ARGUMENTATIVA
2. ¿En cuál de los siguientes textos hay un argumento? Cuando lo haya, distingue las premisas de la conclusión.

a) Si usted entiende el tema, podrá recordarlo; si puede recordarlo, podrá explicárselo a sus compañeros, por lo tanto, si usted entiende el tema, podrá explicárse­lo a sus compañeros.

b) "Etimológicamente, 'paradoja' significa 'contrario a la opinión', esto es, 'contrario a la opinión común'.

Cicerón decía que los griegos llamaban paradoja a lo que nosotros llamamos cosas que maravillan.

c) "Epiménides afirma que todos los cretenses mienten. Pero Epiménides es cretense. Por lo tanto, Epiménides miente si y sólo si dice la verdad y dice la verdad si y sólo si miente."


José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía

domingo, 8 de febrero de 2009

Bienvenida







Hola amigos:


Este Blog, lo estaremos utilizando en el transcurso del año 2009.
Por medio de esta herramienta podrán entregar y corregir algunos trabajos
También encontraran talleres propuestos, actividades extraclase, bibliografías y direcciones Web, con lo cual espero dinamizar sus procesos académicos.